Es muy grato enterarse de que aun con la tecnología y la vida acelerada de la sociedad en nuestro país, existen lugares en los que año con año se hace un esfuerzo por mantener vivas las tradiciones prehispánicas de la temporada de muertos, tradiciones que sin duda conservan el misticismo.
Un ejemplo de que el interés y organización de una sociedad pueden preservar muchas tradiciones sucede en Chignahuapan, una ciudad enclavada en la sierra norte del estado de Puebla y que año con año trabaja intensamente para poder recrear el “Festival de la Luz y la Vida” que se realiza en la Calzada de las Almas, camino que finaliza en la Laguna de la ciudad.